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miércoles, 28 de agosto de 2013

No todos nosotros podemos hacer cosas grandiosas, pero sí podemos hacer cosas pequeñas con gran amor.



Un día, cuando era estudiante de secundaria, vi a un compañero de mi clase caminando de regreso a su casa. Se llamaba Kyle. Iba cargando todos sus libros y pensé: "¿Por qué se estará llevando a su casa todos los libros el viernes? ¡Debe ser un "traga"!
Yo ya tenía planes para todo el fin de semana: fiestas y un partido
de fútbol con mis amigos el sábado por la tarde, así que me encogí de hombros y seguí mi camino.
Mientras caminaba, vi a un montón de chicos corriendo hacia él,
cuando lo alcanzaron, le tiraron todos sus libros y le hicieron una zancadilla que lo tiró al suelo. Vi que sus anteojos volaron y cayeron en el pasto como a tres metros de él. Miró hacia arriba y pude ver una tremenda tristeza en sus ojos. Mi corazón se estremeció, así que corrí hacia él mientras gateaba buscando sus anteojos. Vi lágrimas en sus ojos. Le acerqué a sus manos sus anteojos y le dije, "¡esos chicos son unos tarados, no deberían hacer esto!".
Me miró y me dijo: "¡Hola, gracias!" Había una gran sonrisa en su
cara; una de esas sonrisas que mostraban verdadera gratitud. Lo ayudé con sus libros.
Vivía cerca de mi casa. Le pregunté por qué no lo había visto antes y me contó que se acababa de cambiar de una escuela privada. Yo nunca había conocido a alguien que fuera a una escuela privada.
Caminamos hasta casa. Lo ayudé con sus libros; parecía un buen chico.
Le pregunté si quería jugar al fútbol el sábado, conmigo y mis amigos, y aceptó. Estuvimos juntos todo el fin de semana. Mientras más conocía a Kyle, mejor nos caía, tanto a mí como a mis amigos.
Llegó el lunes por la mañana y ahí estaba Kyle con aquella enorme
pila de libros de nuevo. Me paré y le dije: "Hola, vas a sacar buenos músculos si cargas todos esos libros todos los días". Se rió y me dio la mitad para que le ayudara.
Durante los siguientes cuatro años, Kyle y yo nos convertimos en los mejores amigos. Cuando ya estábamos por terminar la secundaria, Kyle decidió ir a la universidad de Georgetown y yo iría a la de Duke. Sabía que siempre seríamos amigos, que la distancia no sería un problema. Él estudiaría medicina y yo administración, con una beca de fútbol.
Kyle fue el orador de nuestra generación. Yo lo cargaba todo el
tiempo diciendo que era un "traga". Llegó el gran día de la Graduación. Él preparó el discurso. Yo estaba feliz de no ser el que tenía que hablar. Kyle se veía realmente bien. Era uno de esas personas que realmente se había encontrado a sí mismo durante la secundaria, había mejorado en todos los aspectos y se veía bien con sus anteojos. ¡Tenía más citas con chicas que
yo y todas lo adoraban! ¡Caramba! Algunas veces hasta me sentía
celoso...
Hoy era uno de esos días.
Pude ver que él estaba nervioso por el discurso, así que, le di una
palmadita en la espalda y le dije: "Vas a ver que estarás genial, amigo".
Me miró con una de esas miradas (realmente de agradecimiento) y me sonrió.
"Gracias" me dijo.
Limpió su garganta y comenzó su discurso: "La Graduación es un buen momento para dar gracias a todos aquellos que nos han ayudado a través de estos años difíciles: tus padres, tus maestros, tus hermanos, quizá algún entrenador... pero principalmente a tus amigos.
Yo estoy aquí para decirles a ustedes, que ser amigo de alguien es el mejor regalo que podemos dar y recibir, y a propósito, les voy a contar una historia.
Yo miraba a mi amigo incrédulo, cuando comenzó a contar la historia del primer día que nos conocimos. Aquel fin de semana él tenía planeado suicidarse.
Habló de cómo limpió su armario y por qué llevaba todos sus libros
con él; para que su mamá no tuviera que ir después a recogerlos a la escuela.
Me miraba fijamente y me sonreía. "Afortunadamente fui salvado. Mi amigo me salvó de hacer algo irremediable". Yo escuchaba con asombro cómo este apuesto y popular chico contaba a todos ese momento de debilidad.



Sus padres también me miraban y me sonreían con esa misma sonrisa de gratitud.
Recién en ese momento me di cuenta de lo profundo de sus palabras: "Nunca subestimes el poder de tus acciones: con un pequeño gesto, puedes cambiar la vida de otra persona, para bien o para mal. Dios nos pone a cada uno frente a la vida de otros, para impactarlos de alguna manera. Mira a Dios en los demás".
Ahora tienes dos opciones:

El verdadero valor de un ser humano se mide por la calidez de su mirada y por la nobleza de su corazón.




Se trata de dos hermosos jóvenes que se pusieron de novios cuando ella tenía trece y él dieciocho. Vivían en un pueblito de leñadores situado al lado de una montaña. Él era alto, esbelto y musculoso, dado que había aprendido a ser leñador desde la infancia. Ella era rubia, de pelo muy largo, tanto que le llegaba hasta la cintura; tenía los ojos celestes, hermosos y maravillosos..
La historia cuenta que habían noviado con la complicidad de todo el pueblo. Hasta que un día, cuando ella tuvo dieciocho y él veintitrés, el pueblo entero se puso de acuerdo para ayudar a que ambos se casaran.
Les regalaron una cabaña, con una parcela de árboles para que él pudiera trabajar como leñador. Después de casarse se fueron a vivir allí para la alegría de todos, de ellos, de su familia y del pueblo, que tanto había ayudado en esa relación.
Y vivieron allí durante todos los días de un invierno, un verano, una primavera y un otoño, disfrutando mucho de estar juntos. Cuando el día del primer aniversario se acercaba, ella sintió que debía hacer algo para demostrarle a él su profundo amor. Pensó hacerle un regalo que significara esto. Un hacha nueva relacionaría todo con el trabajo; un pulóver tejido tampoco la convencía, pues ya le había tejido pulóveres en otras oportunidades; una comida no era suficiente agasajo...
Decidió bajar al pueblo para ver qué podía encontrar allí y empezó a caminar por las calles. Sin embargo, por mucho que caminara no encontraba nada que fuera tan importante y que ella pudiera comprar con las monedas que, semanas antes, había ido guardando de los vueltos de las compras pensando que se acercaba la fecha del aniversario.
Al pasar por una joyería, la única del pueblo, vio una hermosa cadena de oro expuesta en la vidriera. Entonces recordó que había un solo objeto material que él adoraba verdaderamente, que él consideraba valioso. Se trataba de un reloj de oro que su abuelo le había regalado antes de morir. Desde chico, él guardaba ese reloj en un estuche de gamuza, que dejaba siempre al lado de su cama. Todas las noches abría la mesita de luz, sacaba del sobre de gamuza aquel reloj, lo lustraba, le daba un poquito de cuerda, se quedaba escuchándolo hasta que la cuerda se terminaba, lo volvía a lustrar, lo acariciaba un rato y lo guardaba nuevamente en el estuche.



Ella pensó: "Que maravilloso regalo sería esta cadena de oro para aquel reloj." Entró a preguntar cuánto valía y, ante la respuesta, una angustia la tomó por sorpresa. Era mucho más dinero del que ella había imaginado, mucho más de lo que ella había podido juntar. Hubiera tenido que esperar tres aniversarios más para poder comprárselo. Pero ella no podía esperar tanto.
Salió del pueblo un poco triste, pensando qué hacer para conseguir el dinero necesario para esto. Entonces pensó en trabajar, pero no sabía cómo; y pensó y pensó, hasta que, al pasar por la única peluquería del pueblo, se encontró con un cartel que decía: "Se compra pelo natural". Y como ella tenía ese pelo rubio, que no se había cortado desde que tenía diez años, no tardó en entrar a preguntar.
El dinero que le ofrecían alcanzaba para comprar la cadena de oro y todavía sobraba para una caja donde guardar la cadena y el reloj. No dudó. Le dijo a la peluquera:
- Si dentro de tres días regreso para venderle mi pelo, ¿usted me lo compraría?
- Seguro - fue la respuesta.
- Entonces en tres días estaré aquí.
Regresó a la joyería, dejó reservada la cadena y volvió a su casa. No dijo nada.
El día del aniversario, ellos dos se abrazaron un poquito más fuerte que de costumbre. Luego, él se fue a trabajar y ella bajó al pueblo.
Se hizo cortar el pelo bien corto y, luego de tomar el dinero, se dirigió a la joyería. Compró allí la cadena de oro y la caja de madera. Cuando llegó a su casa, cocinó y esperó que se hiciera la tarde, momento en que él solía regresar.



A diferencia de otras veces, que iluminaba la casa cuando él llegaba, esta vez ella bajó las luces, puso sólo dos velas y se colocó un pañuelo en la cabeza. Porque él también amaba su pelo y ella no quería que él se diera cuenta de que se lo había cortado. Ya habría tiempo después para explicárselo.
Él llegó. Se abrazaron muy fuerte y se dijeron lo mucho que se querían. Entonces, ella sacó de debajo de la mesa la caja de madera que contenía la cadena de oro para el reloj. Y él fue hasta el ropero y extrajo de allí una caja muy grande que le había traído mientras ella no estaba. La caja contenía dos enormes peinetones que él había comprado... vendiendo el reloj de oro del abuelo.


martes, 13 de agosto de 2013

La prepotencia te hace fuerte por un día, la humildad te hace fuerte para siempre.

En un pueblo, gobernaba un hombre famoso por sus abusos de autoridad y su desprecio hacia las clases más humildes. Con frecuencia hacía fiestas a las cuales invitaba sólo a la gente más acaudalada de la localidad, gente como él, indiferente a las necesidades de los pobres.

Un día llegó al pueblo el señor Freyman, un empresario muy rico, quien pensaba instalar una gran industria en el lugar, lo cual significaría un gran progreso y fuentes de trabajo para los lugareños. El mismo gobernador fué a recibir al empresario, le ofreció su casa y lo acompañó a ver el terreno.

Esa noche, ofreció una fiesta en su honor, en donde, como siempre se reuniría la crema y nata del pueblo.

Estaban en medio del banquete, cuando a un mozo se le cayó una bandeja con vasos, haciéndose trizas en el suelo, justo enfrente del gobernador y su invitado.

¡Pero que no te fijas imbécil?- le gritó el gobernador al muchacho, quien muy asustado procedió a recoger los vidrios. El hombre no cesó de insultarlo, hasta que terminó de recoger todo. El empresario se quedó observando la escena, muy conmovido y también indignado, pero lo disimuló.

Después que se hubo ido el muchacho, se dirigió al gobernador: - Señor gobernador...¿le puedo hacer una pregunta? - Por supuesto, mi estimado señor Freyman- respondió zalamero el gobernador. - ¿Si esos vasos se me hubieran caído a mí, qué hubiera pasado?, ¿me habría usted insultado como lo hizo con ese pobre muchacho?

El gobernador se turbó por la pregunta y respondió: - ¡Por supuesto que no señor Freyman, cómo cree! - ¿Y por qué no? También se hubieran roto los vasos. - Pero no es lo mismo...¡cómo iba yo a ofenderlo a usted! - Ah, ¿y por qué a ese muchacho sí? - Pues... es solo un indio... un desarrapado... - Es un ser humano, igual que usted, igual que yo- declaró firmemente el empresario. - ¡Pero cómo se va a comparar con nosotros ese pobre diablo! - Ese pobre diablo, como usted lo llama, merece respeto y consideración. El hecho de no poseer bienes, no hace a un hombre menos merecedor de estos.

Las palabras del empresario se escuchaban claras y decididas en el comedor, pues todos los invitados se habían quedado en silencio, asombrados, viendo como el gobernador, era avergonzado por su invitado de honor.

¡Ah que señor Freyman, me resultó usted predicador!- trató de bromear el gobernador, para disimular su malestar.

No, señor gobernador, estoy hablando muy en serio.

Bueno, pero no es para tanto jeje...

Pues quiero que sepa, que yo fuí como ese muchacho, yo servía mesas en la taberna de mi pueblo...

¿Pero cómo es posible?

Así es, señor gobernador. Yo vengo de una familia muy pobre, empecé a trabajar desde los doce años. No le voy a contar mi historia, pero quiero que sepa que porque he estado abajo, sé cómo se siente ser tratado como usted ha tratado a ese muchacho. Y una cosa le aseguro, yo soy la misma persona, ahora que tengo dinero, que cuando no lo tenía y eso, gracias a los valores que me enseñó mi madre. Porque el hombre no vale por lo que tiene, sino por lo que es. Hay muchos ricos que no valen nada y muchos pobres que valen oro. Todos nacemos igual: sin nada y todos morimos igual: sin nada. No importa si en este mundo fuimos ricos o pobres, cuando lo dejamos, nada material nos llevamos. Todos nos hemos de presentar ante Dios de la misma manera, para El somos todos iguales, así que si para El somos todos iguales, ¿quiénes somos nosotros para hacer diferencias?



El empresario terminó de hablar y calmadamente prosiguió con su cena, dejando a todos consternados y pensativos, especialmente el gobernador, quien esa noche había recibido la lección más grande de su vida.

"El primero en pedir disculpas es el más valiente. El primero en perdonar es el más fuerte. El primero en olvidar es el más feliz"

Una chica estaba aguardando su vuelo en una sala de espera de un gran aeropuerto. Como debía de esperar un largo rato, decidió comprar un libro y también un paquete con galletitas. Se sentó en una sala del aeropuerto para poder descansar y leer en paz.



En el asiento del medio, se ubicó un hombre que abrió una revista y empezó a leer.  Entre ellos dos, quedaron las galletitas.

Cuando ella tomó la primera, el hombre también tomó una.  Ella se sintió indignada, pero no dijo nada. Apenas pensó: "¡Qué descarado; si yo estuviera más dispuesta, hasta le daría un golpe para  que nunca más se olvide!".

Cada vez que ella tomaba una galletita, el hombre también tomaba una.  Aquello la indignaba tanto que no conseguía concentrarse ni reaccionar.

Cuando  quedaba apenas una galletita, pensó: "¿Qué hará ahora este abusador?".

Entonces, el hombre dividió la última galletita y dejó una mitad para ella.

¡Ah, no!...Aquello le pareció demasiado. Se puso a bufar de la rabia.  Cerró su libro y sus cosas y se dirigió al sector del embarque.  Cuando se sentó en el  interior del avión, miró dentro del bolso y para su sorpresa, allí estaba su  paquete de galletitas... intacto, y cerradito.

¡Sintió tanta vergüenza! Sólo entonces percibió lo equivocada que estaba. ¡Había olvidado que sus galletitas estaban guardadas dentro de su bolso!

El hombre había compartido las suyas sin sentirse indignado, nervioso, consternado o alterado. Y ya no había más tiempo ni posibilidades para explicar o pedir disculpas.

Pero sí para razonar:

¿Cuántas veces en nuestra vida sacamos conclusiones cuando debiéramos observar mejor?
¿Cuántas cosas no son exactamente como pensamos acerca de las personas?

Y recordó que existen cuatro cosas en la vida que no se recuperan:

1.- Una piedra, después de haber sido lanzada.
2.- Una palabra, después de haber sido proferida.
3.- Una oportunidad, después de haberla perdido.
4.- El tiempo, después de haber pasado.

Si mañana se acabara el mundo, yo hoy todavía plantaría un árbol.


Dos hombres, ambos enfermos de gravedad, compartían el mismo cuarto 
semi-privado del hospital. A uno de ellos, se le permitía sentarse durante 
una hora por la tarde, para drenar el líquido de sus pulmones. Su cama 
estaba al lado de la única ventana de la habitación. El otro tenía que 
permanecer acostado de espalda todo el tiempo. Conversaban incesantemente 
todo el día y todos los días; hablaban de sus familias, sus hogares, empleos, 
experiencias durante sus servicios militares y sitios visitados durante sus 
vacaciones.
Todas las tardes, cuando el compañero ubicado al lado de la ventana se 
sentaba, se pasaba el tiempo relatando a su compañero de cuarto, lo que 
veía por la ventana. Con el tiempo, el compañero acostado de espalda que no 
podía asomarse por la ventana, se desvivía por esos períodos de una hora, 
durante los cuales, se deleitaba con los relatos de las actividades y colores del 
mundo exterior.


La ventana daba a un parque con un bello lago, los patos y cisnes se deslizan 
por el agua, mientras los niños jugaban con sus botecitos a la orilla del lago, los 
enamorados se paseaban de la mano entre las flores multicolores, en un paisaje 
con árboles majestuosos y en la distancia, una bella vista de la Ciudad.


A medida que el señor cerca de la ventana, describía todo esto con detalles 
exquisitos, su compañero cerraba los ojos e imaginaba un cuadro pintoresco.

Una tarde le describió un desfile que pasaba por el hospital y aunque él no pudo 
escuchar la banda, lo pudo ver a través del ojo de la mente, mientras su compañero 
se lo describía. Pasaron los días y las semanas, y una mañana, la enfermera al 
entrar para el aseo matutino, se encontró con el cuerpo sin vida del señor cerca de 
la ventana, quien había expirado tranquilamente, durante su sueño; con tristeza, 
avisó para que trasladaran el cuerpo.

Al otro día, el otro señor, con mucha tristeza pidió que lo trasladaran cerca de la 
ventana, a la enfermera le agradó hacer el cambio y luego de asegurarse que estaba 
cómodo, lo dejó solo. El señor con mucho esfuerzo y dolor, se apoyó en un codo, 
para poder mirar al mundo exterior por primera vez, finalmente, tendría la alegría de 
verlo por si mismo, se esforzó para asomarse por la ventana y lo que vio, fue la pared 
del edificio de junto, confundido y entristecido, le preguntó a la enfermera, que sería 
que lo que animó a su difunto compañero a describir tantas cosas maravillosas fuera 
de la ventana, la enfermera le respondió que el señor era ciego y no podía ver ni 
siquiera la pared de enfrente, ella le dijo: "Quizás solamente deseaba animarlo a 
usted".

sábado, 10 de agosto de 2013

La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo.

Esta es la historia que le ocurrió hace muchos años a una profesora de una escuela elemental.

Su nombre era Ms. Murga. Cuando ella se paro al frente de su clase del Quinto Grado el primer día de clases, ella les dijo una mentira.

Como la mayoría de los profesores, ella miro a sus alumnos y dijo que los amaba a todos por igual. Pero eso era imposible porque allí en la primera fila, estaba un niño llamado Lolo Sanchez.

Ms. Murga había visto a Lolo el año anterior y noto que el no jugaba bien con los otros muchachos, que su ropa era desordenada y que necesitaba bañarse. Llego al punto, en que Ms. Murga realmente se deleitara con un lapicero grueso de color rojo, marcando una X y luego poniendo un CERO enorme sobre las tareas de Lolo.

En el colegio donde Ms. Murga enseñaba, ella tenía que revisar los registros pasados de cada alumno y puso en el Lolo para el último. Sin embargo, cuando ella reviso su archivo, ella se sorprendió.

La profesor del Primer Grado de Lolo escribió: "Lolo es un chico brillante con una sonrisa en los labios. Hace su trabajo limpiamente y tiene buenos modales... es un deleite que este con nosotros"

El profesor del Segundo Grado escribió: "Lolo es un excelente estudiante, bien querido por sus compañeros, pero esta en problemas porque su madre tiene una enfermedad terminal y su vida en casa debe ser sofocante."

Su profesora del Tercer Grado escribió, "La muerte de su madre ha sido muy dura para Lolo. El trata de hacer lo mejor posible, pero su padre no muestra mucho interés y su vida en casa pronto lo afectara si no se toman las medidas convenientes."

La profesora del Cuarto Grado escribió, "Lolo esta aislado y no muestra interés en el colegio. No tiene muchos amigos y algunas veces se duerme en clase."



A estas alturas, Ms. Murga se había dado cuenta del problema y estuvo avergonzada de sí misma. Ella se sintió aun peor cuando sus alumnos le trajeron regalos por Navidad, envueltos en vistosos papeles y hermosos listones, excepto el de Lolo. Su regalo había sido descuidadamente envuelto en un papel marrón, que recorto de una bolsa de los supermercados.



A Ms. Murga le causo dolor abrirlo en medio de los otros regalos. Algunos de los chicos comenzaron a reírse cuando ella encontró un brazalete con algunas piedras faltando y un frasco de perfume a punto de acabarse, pero ella silencio las risas de los niños cuando exclamo "Que bello brazalete", colocándoselo y aplicándose un poco del perfume en la muñeca.

Ese día, Lolo se quedo hasta tarde en el colegio, para decirle: "Ms Murga, hoy usted olía como mi mamá lo hacia en nuestra ultima Navidad."

Después que los chicos se fueron, ella lloro por lo menos una hora. Ese mismo día, ella dejo de enseñar lectura, escritura y aritmética. Es su lugar, ella empezó a enseñar a los niños.

Ms. Murga puso especial atención a Lolo. Mientras ella trabajaba con el, la mente de Lolo parecía tomar vida.
Mientras mas aliento le daba ella, mas rápido respondía el. Al final del año, Lolo llego a ser uno de los chicos mas destacados de la clase y a pesar de su mentira que ella los amaba a todos por igual, Lolo llego a ser el "preferido de la profesora."

Un año más tarde, ella encontró una nota bajo la puerta. Era de Lolo, diciéndole que ella aun seguía siendo la mejor profesora que había tenido en su vida.

Pasaron seis años más y ella encontró otra nota de Lolo. Le decía que había terminado el colegio, como el tercero de su clase, y que ella todavía seguía siendo la mejor profesora de toda su vida.

Cuatro años mas tarde, ella recibió una carta de Lolo, diciendo que aunque las cosas habían sido difíciles el seguía estudiando y que pronto se graduaría en la Universidad ocupando los mas altos lugares de honor. Le aseguro a Ms. Murga que ella todavía se mantenía como la profesora favorita que jamás haya tenido en su vida.

Pasaron cuatro años más y le llego otra carta. Esta vez, Lolo le explicaba que después de haberse graduado en la Universidad, había ido un poco más allá. La carta le explicaba que ella aun seguía siendo la maestra favorita que había tenido. Pero ahora su nombre era un poco mas largo, la carta fue firmada por el Dr. Teodoro F. Sánchez.

La historia no termina allí. Hubo otra carta en los próximos meses. Lolo le dijo que había conocido a una chica y que iba a casarse. Le explico que su padre había fallecido un par de años atrás y que le gustaría saber si Ms. Murga podría aceptar sentarse en el lugar que en las bodas esta reservado generalmente para la madre del novio.

Por supuesto que Ms. Murga lo hizo. Y adivina que?
Ella uso ese brazalete, el que le faltaban algunas piedras. Y además se aseguro de usar el perfume que a Lolo le recordara a su madre cuando pasaron la última Navidad juntos.

Ellos se abrazaron, y cuando lo hacían, el Dr. Sánchez le susurro en el oído a Ms. Murga:

"Gracias Ms Murga por creer en mi. Muchísimas gracias por hacerme sentir importante y mostrarme que yo puedo hacer una diferencia."

Ms. Murga, con lagrimas en sus ojos, le respondió susurrando también:

"Lolo, tu estas completamente equivocado. Tú fuiste quien me enseño a mí que yo podía hacer una diferencia.
Yo no sabia como enseñar hasta que te conocí."


Quizá no lo comprendas en un principio, pero más adelante sabrás porque tenía que ser así.



Había una vez un campesino chino, pobre pero sabio, que trabajaba la tierra duramente con su hijo.

Un día el hijo le dijo:
-Padre, qué desgracia! Se nos ha ido el caballo.
-Por qué le llamas desgracia? - respondió el padre - veremos lo que trae el tiempo...
A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.
-Padre, qué suerte! ­exclamó esta vez el muchacho­ Nuestro caballo ha traído otro caballo.
-Por qué le llamas suerte? - repuso el padre - Veamos qué nos trae el tiempo.



En unos cuantos días más, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, se encabritó y lo arrojó al suelo. El muchacho se quebró una pierna.
-Padre, qué desgracia! - exclamó ahora el muchacho -.
Me he quebrado la pierna!
Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció:
-Por qué le llamas desgracia? Veamos lo que trae el tiempo!

El muchacho no se convencía de la filosofía del padre, sino que gimoteaba en su cama. Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para llevárselos a la guerra. Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.

El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo es malo o bueno.

La moraleja de este antiguo consejo chino es que la vida da tantas vueltas, y es tan paradójico su desarrollo, que lo malo se hace bueno, y lo bueno, malo. Lo mejor es esperar siempre el día de mañana, pero sobre todo confiar en DIOS, porque todo sucede con un propósito positivo para nuestras vidas.....


La mitad de la belleza depende del paisaje, y la otra mitad depende de la persona que la mira.



Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto.

¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?'

El maestro sin mirarlo, le dijo:
Cuanto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después. Y haciendo una pausa agregó:
Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
Encantado, maestro titubeó el joven, pero sintió que otra vez era
desvalorizado, y sus necesidades postergadas.
Bien asintió el maestro.
Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y dándoselo al muchacho, agregó: toma el caballo que está allá afuera y cabalga
hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda.
Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes.
Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo
que pretendía por el anillo.
Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.
En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.
Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado, más de cien personas, y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó.
Cuanto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro, podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.
Entró en la habitación. Maestro dijo lo siento, no pude conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
Qué importante lo que dijiste, joven amigo contestó sonriente el maestro.

Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregunta cuánto te da por él, pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas.
Vuelve aquí con mi anillo.
El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo:
Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
58 MONEDAS !!!!!!!!!!!!!!!!! Exclamó el joven
Si -replicó el joyero- yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... si la venta es urgente...
El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.
Siéntate dijo el maestro después de escucharlo.
Tú eres como este anillo: una joya valiosa y única.
Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto.
¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?
Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño.


Cualquiera que sea la pregunta, amor es la respuesta.




Un joven que se había ido a la guerra, después de varios meses, se comunica con sus padres telefónicamente diciéndoles:
- Todo esta bien por aquí y creo que dentro de unas semanas estaré de regreso a casa, pero....tengo que pedirles un favor, conmigo vendrá un soldado amigo mío, que en un enfrentamiento perdió una pierna y un brazo, quisiera saber si estan de acuerdo en que viva con nosotros.

A esto su madre le contestó:

- Hijo, no habría ningún problema si fuese un chico normal, imagínate todo el contratiempo que va a ocasionarnos, ser lisiado, no puede trasladarse por sí mismo, piénsalo bien, tu padre y yo te esperamos a ti con los brazos abiertos.

Pasaron varios meses sin que la madre supiera algo mas de su hijo, cuando un día les llegó la noticia de que el joven se había suicidado, llenos de dolor y asombro se trasladaron al lugar donde podían reclamar el cadaver de su hijo y fue mas doloroso aún cuando recibieron el cuerpo del joven sin un brazo y una pierna.

Nunca menospreciemos a las personas incapacitadas.


viernes, 9 de agosto de 2013

No siempre tienes que escoger la mejor opción, escoge aquello que te haga feliz.



Pepe era el tipo de persona que te encantaría ser. Siempre estaba de buen humor y siempre tenía algo positivo que decir.
Cuando alguien le preguntaba cómo le iba, el respondía: "Si pudiera estar mejor, tendría un gemelo".
Era un gerente único porque tenía varias meseras que lo habían seguido de restaurante en restaurante. La razón por la que las meseras seguían a Pepe era por su actitud.
El era un motivador natural: si un empleado tenía un mal día, Pepe estaba ahí para decirle al empleado como ver el lado positivo de la situación.
Ver este estilo realmente me causó curiosidad, así que un día fui a buscar a Pepe y le pregunte:
No lo entiendo... no es posible ser una persona positiva todo el tiempo ¿Cómo lo haces?...



Pepe respondió: "Cada mañana me despierto y me digo a mi mismo: Pepe, tienes dos opciones hoy: puedes escoger estar de buen humor o puedes escoger estar de mal humor." "Escojo estar de buen humor". "Cada vez que sucede algo malo, puedo escoger entre ser una víctima o aprender de ello. Escojo aprender de ello". "Cada vez que alguien viene a mí para quejarse, puedo aceptar su queja o puedo señalarle el lado positivo de la vida. Escojo señalarle el lado positivo de la vida".
Si, claro, pero no es tan fácil, protesté.
"Si lo es", dijo Pepe.
"Todo en la vida es acerca de elecciones. Cuando quitas todo lo demás, cada situación es una elección". "Tu eliges cómo reaccionas ante cada situación, tu eliges cómo la gente afectará tu estado de ánimo, tu eliges estar de buen humor o mal humor".
"En resumen, TU ELIGES COMO VIVIR LA VIDA".



Reflexioné en lo que Pepe me dijo... Poco tiempo después, deje la industria hotelera para iniciar mi propio negocio. Perdimos contacto, pero con frecuencia pensaba en Pepe, cuando tenía que hacer una elección en la vida en vez de reaccionar contra ella.
Varios años más tarde, me enteré que Pepe hizo algo que nunca debe hacerse en un negocio de restaurante, dejó la puerta de atrás abierta y una mañana fue asaltado por tres ladrones armados. Mientras trataba de abrir la caja fuerte, su mano, temblando por el nerviosismo, resbaló de la combinación. Los asaltantes sintieron pánico y le dispararon. Con mucha suerte, Pepe fue encontrado relativamente pronto y llevado de emergencia a una clínica. Después de ocho horas de cirugía y semanas de terapia intensiva, Pepe fue dado de alta, aún con fragmentos de bala en su cuerpo.
Me encontré con Pepe seis meses después del accidente y cuando le pregunté como estaba, me respondió: "Si pudiera estar mejor, tendría un gemelo".
Le pregunté que pasó por su mente en el momento del asalto.



Contestó: "lo primero que vino a mi mente fue que debí haber cerrado con llave la puerta de atrás. Cuando estaba tirado en el piso, recordé que tenía dos opciones: podía elegir vivir o podía elegir morir. Elegí vivir".
"¿No sentiste miedo?" Le pregunté. Pepe continuó: "Los médicos fueron geniales. No dejaban de decirme que iba a estar bien. Pero cuando me llevaron al quirófano y vi las expresiones en las caras de los médicos y enfermeras, realmente me asusté.
Podía leer en sus ojos: "es hombre muerto."
Supe entonces que debía tomar una decisión.
"¿Qué hiciste?" Pregunté.
"Bueno, uno de los médicos me preguntó si era alérgico a algo y respirando profundo grité: - "Si, a las balas" - Mientras reían, les dije: "estoy escogiendo vivir, opérenme como si estuviera vivo, no muerto".
Pepe vivió por la maestría de los médicos, pero sobre todo por su asombrosa actitud.
Aprendió que cada día tenemos la elección de vivir plenamente, la ACTITUD, al final, lo es todo.
Ahora tienes dos elecciones...
Y recuerda, sólo se frustran aquellos que dejan de ver la parte positiva de sus resultados y de la vida...


Nada puede ser construido sobre bases hechas con mentiras, porque tan débil base se destruiría totalmente.



Jenny pensó que sus padres no le darían permiso para irse de fiesta con unos amigos, de manera que les mintió y les dijo que iba al cine con una compañera. Aunque se sintió un poco mal porque no les dijo la verdad, tampoco le dio muchas vueltas al asunto y se dispuso a divertirse.

La pizza estuvo bien y la fiesta genial : al final su amigo Pedro que ya estaba medio borracho, la invito a dar un paseo, pero primero quiso dar una fumadita. Jenny no podía creer que él estuviera fumando eso, pero aún así subió al carro con él.
De repente Pedro comenzó a propasarse. Eso no era lo que Jenny quería del todo.

"Tal vez mis padres tienen razón" - pensó-;

"Quizás soy muy joven para salir así. "

"¿Cómo pude ser tan tonta?"

"Por favor, Pedro -dijo- llévame a casa, no me quiero quedar

Molesto, Pedro arrancó el carro y comenzó a conducir a toda velocidad. Jenny, asustada, le rogó que fuera más despacio, pero mientras más ella le suplicaba, más él pisaba el acelerador. De repente, vio un gran resplandor.

"Oh, Dios ayúdanos.

¡Vamos a chocar!

Ella recibió toda la fuerza del impacto, todo se puso negro.

Semi-inconsciente, sintió que alguien la saco del carro retorcido, y escucho voces:

Llamen a la ambulancia! "Estos jóvenes están en problemas".

Le pareció oír que había dos carros involucrados en el choque.

Despertó en el hospital viendo caras tristes. "Estuviste en un choque terrible", - dijo alguien -

En medio de la confusión se enteró de que Pedro estaba muerto.

A ella misma le dijeron "Jenny, hacemos todo lo que podemos, pero parece ser que te perderemos a ti también".


¿Y la gente del otro carro? - Preguntó Jenny llorando -

"También murieron" le contestaron.

Jenny rezó: "Dios perdóname por lo que he hecho, yo sólo quería una noche de diversión.

Y dirigiéndose a una de las enfermeras pidió:

"Por favor, dígale a la familia de los que iban en el otro carro que me perdonen que yo quisiera regresarles a sus seres queridos.
Dígale a mi mamá y a mi papá que lo siento, porque mentí, y que me siento culpable porque varios hayan muerto.

Por favor enfermera, ¿Les podrá decir esto de mi parte?.

La enfermera se quedó callada, como una estatua.

Instantes después, Jenny murió.

Un hombre cuestionó entonces duramente a la enfermera:

"¿Porque no hizo lo posible para cumplir la última voluntad de esa niña?"

La enfermera miró al hombre con ojos llenos de tristeza, y le dijo:

"Porque la gente en el otro carro eran su papá y su mamá que habían salido a buscarla". 

domingo, 4 de agosto de 2013

El amor es la fuerza más humilde y sencilla, pero la más poderosa que dispone el mundo.




Una mujer salió de su casa y vio a tres viejos de largas barbas sentados frente a su jardín.

Ella no los conocía y les dijo: "No creo conocerlos, pero deben tener hambre. Por favor entren a mi casa para que coman algo". Ellos preguntaron: "¿Está el hombre de la casa?".
"No", respondió ella, "No está".
"Entonces no podemos entrar", dijeron ellos.



Al atardecer, cuando el esposo llegó, ella le contó lo sucedido.
"¡Entonces diles que ya llegué e invítalos a pasar!".
La mujer salió a invitar a los hombres a pasar a su casa.
"No podemos entrar a una casa los tres juntos", explicaron los viejitos.
"¿Por qué?", quiso saber ella.




Uno de los hombres apuntó hacia otro de sus amigos y explicó:
"Su nombre es RIQUEZA". Luego indicó hacia el otro: "Su nombre es ÉXITO y yo me llamo AMOR. Ahora ve adentro y decidan a cual de nosotros tres, ustedes desean invitar a vuestra casa".
La mujer entró a su casa y le contó a su esposo lo que ellos le dijeron.



El hombre se puso feliz:
"¡Que bueno!. Y ya que así es el asunto, entonces invitemos a RIQUEZA, dejemos que entre y llene nuestra casa de riqueza". Su esposa no estuvo de acuerdo: "Querido, ¿Por qué no invitamos a ÉXITO?"
La hija del matrimonio estaba escuchando desde la otra esquina de la casa y vino corriendo con una idea:
"¿No sería mejor invitar a AMOR? Nuestro hogar entonces estaría lleno de amor".
"Hagamos caso del consejo de nuestra hija", dijo el esposo a su mujer,"Ve afuera e invita a AMOR a que sea nuestro huésped".




La esposa salió afuera y les preguntó a los tres viejitos:

"¿Cuál de ustedes es AMOR? ... Por favor que venga para que sea nuestro invitado". AMOR se puso de pie y comenzó a caminar hacia la casa.

Los otros dos también se levantaron y lo siguieron. Sorprendida, la dama les preguntó a RIQUEZA y ÉXITO: "Yo solo invite a AMOR, ¿Por qué ustedes también vienen?".


Los viejos respondieron juntos:

"Si hubieras invitado a RIQUEZA o ÉXITO, los otros dos habrían permanecido afuera, pero ya que invitaste a AMOR, donde sea que el vaya, nosotros vamos con él. Donde quiera que hay amor, hay también riqueza y éxito.

Que tu sonrisa cambie el mundo, pero no dejes que el mundo cambie tu sonrisa

Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaba a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros.



Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie desde el arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota solo tenía la mitad del agua.

Durante dos años completos esto fue así diariamente, desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque solo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.

Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador así, diciéndole:
"Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas solo puedes entregar la mitad de mi carga y solo obtienes la mitad del valor que deberías recibir."

El aguador, le dijo compasivamente: "Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino."
Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchísimas flores hermosas a lo largo, pero de todos modos se sentía apenada porque al final, solo quedaba dentro de si la mitad del agua que debía llevar.



El aguador le dijo entonces "¿Te diste cuenta de que las flores solo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Maestro. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza."

Para el mundo eres lo que aparentas. Para tí, solo lo que sientas.

John Blanchard se levantó de la banca, alisó su uniforme de marino y estudió a la muchedumbre que hormigueaba en la Grand Central Station. Buscaba a la chica cuyo corazón conocía, pero cuya cara no había visto jamás, la chica con una rosa en su solapa.



Su interés en ella había empezado trece meses antes en una biblioteca de Florida. Al tomar un libro de un estante, se sintió intrigado, no por las palabras del libro, sino por las notas escritas a lápiz en el margen. La suave letra reflejaba un alma pensativa y una mente lúcida. En la primera página del libro, descubrió el nombre de la antigua propietaria del libro, Miss Hollis Maynell.



Invirtiendo tiempo y esfuerzo, consiguió su dirección. Ella vivía en la ciudad de Nueva York. Le escribió una carta presentándose e invitándola a cartearse. Al día siguiente, sin embargo, fue embarcado a ultramar para servir en la Segunda Guerra Mundial.

Durante el año y el mes que siguieron, ambos llegaron a conocerse a través de su correspondencia. Cada carta era una semilla que caía en un corazón fértil; un romance comenzaba a nacer. Blanchard le pidió una fotografía, pero ella se rehusó.

Ella pensaba que si él realmente estaba interesado en ella, su apariencia no debía importar. Cuando finalmente llegó el día en que el debía regresar de Europa, ambos fijaron su primera cita a las siete de la noche, en la Grand Central Station de Nueva York. Ella escribió: "Me reconocerás por la rosa roja que llevaré puesta en la solapa." Así que a las siete en punto, él estaba en la estación, buscando a la chica cuyo corazón amaba, pero cuya cara desconocía.



Dejaré que Mr. Blanchard relate lo que sucedió después: "Una joven venia hacia mí, y su figura era larga y delgada. Su cabello rubio caía hacia atras en rizos sobre sus delicadas orejas; sus ojos eran tan azules como flores. Sus labios y su barbilla tenían una firmeza amable y, enfundada en su traje verde claro, era como la primavera encarnada.

Comencé a caminar hacia ella, olvidando por completo que debía buscar una rosa roja en su solapa. Al acercarme, una pequeña y provocativa sonrisa curvó sus labios. "¿Vas en esa dirección, marinero?" murmuró. Casi incontrolablemente, di un paso para seguirla y en ese momento vi a Hollis Maynell. "Estaba parada casi detrás de la chica. Era una mujer de más de cuarenta años, con cabello entrecano que asomaba bajo un sombrero gastado. Era bastante llenita y sus pies, anchos como sus tobillos, lucían unos zapatos de tacón bajo." "La chica del traje verde se alejaba rápidamente. Me sentí como partido en dos, tan vivo era mi deseo de seguirla y, sin embargo, tan profundo era mi anhelo por conocer a la mujer cuyo espíritu me había acompañado tan sinceramente y que se confundía con el mío.



Y ahí estaba ella. Su faz pálida y regordeta era dulce e inteligente, y sus ojos grises tenían un destello cálido y amable. No dudé más. Mis dedos afianzaron la gastada cubierta de piel azul del pequeño volumen que haría que ella me identificara. Esto no sería amor, pero sería algo precioso, algo quizá aún mejor que el amor: una amistad por la cual yo estaba y debía estar siempre agradecido.

Me cuadré, saludé y le extendí el libro a la mujer, a pesar de que sentía que, al hablar, me ahogaba la amargura de mi desencanto. "Soy el teniente John Blanchard, y usted debe ser Miss Maynell. Estoy muy contento de que pudiera usted acudir a nuestra cita. ¿Puedo invitarla a cenar?"

La cara de la mujer se ensanchó con una sonrisa tolerante. "No sé de que se trata todo ésto, muchacho," respondió, "pero la señorita del traje verde que acaba de pasar me suplicó que pusiera esta rosa en la solapa de mi abrigo. Y me pidió que si usted me invitaba a cenar, por favor le dijera que ella lo esta esperando en el restaurante que esta cruzando la calle."


sábado, 3 de agosto de 2013

Amor no consiste en mirar uno al otro, pero sí mirar juntos en una misma dirección.



Cuentan que una bella princesa estaba buscando consorte (conyugue). 
Aristócratas y adinerados señores habían llegado de todas partes para ofrecer sus maravillosos regalos: Joyas, tierras, ejércitos y tronos conformaban los obsequios para conquistar a tan especial criatura.

Entre los candidatos se encontraba un joven plebeyo, que no tenía más riquezas que amor y perseverancia.

Cuando le llegó el momento de hablar, dijo: 
“Princesa, te he amado toda mi vida. Como soy un hombre pobre y no tengo tesoros para darte,
te ofrezco mi sacrificio como prueba de amor…

Estaré cien días sentado bajo tu ventana, sin más alimentos que la lluvia y sin más ropas que las que llevo puestas, esa es mi dote…”

La princesa, conmovida por semejante gesto de amor, decidió aceptar. 
“Tendrás tu oportunidad: Si pasas la prueba, me desposarás”.

Así pasaron las horas y los días. 
El pretendiente estuvo sentado, soportando los vientos, la nieve y las noches heladas.



Sin pestañear, con la vista fija en el balcón de su amada, el valiente vasallo siguió firme en su empeño, sin desfallecer un momento. 
De vez en cuando la cortina de la ventana real dejaba traslucir la esbelta figura de la princesa, la cual, con un noble gesto y una sonrisa, aprobaba la faena.

Todo iba a las mil maravillas. 
Incluso algunos optimistas habían comenzado a planear los festejos.

Al llegar el día noventa y nueve, los pobladores de la zona habían salido a animar al próximo monarca. 
Todo era alegría y jolgorio, hasta que de pronto, cuando faltaba una hora para cumplirse el plazo, ante la mirada atónita de los asistentes y la perplejidad de la princesa, el joven se levantó y sin dar explicación alguna, se alejó lentamente del lugar.

Unas semanas después, mientras deambulaba por un solitario camino, un niño de la comarca lo alcanzó y le preguntó a quemarropa: ¿Qué te ocurrió? 
Estabas a un paso de lograr la meta, ¿Por qué perdiste esa oportunidad? ¿Por qué te retiraste?



Con profunda consternación y lágrimas mal disimuladas. 
El plebeyo contestó en voz baja: La princesa no me ahorró ni un día de sufrimiento, ni siquiera una hora. 
No merecía mi amor.

Usted puede pensar que su luz es pequeña, pero puede hacer una gran diferencia en las vidas de otras personas.


En un lugar de la India existió un gran maestro, todos sus alumnos estaban encantados de estar con él porque estaban aprendiendo muchísimo, todo lo que le preguntaban él lo sabía.



Pasó el tiempo y esos mismos alumnos estaban cansados y molestos, se empezaron a preguntar qué era lo les estaba pasando y descubrieron que estaban hartos del gran maestro ya que todo lo sabía y lo que ellos querían era burlarse de él.

Decidieron entre todos que para sentirse bien, lo que podían hacer era preguntarle algo que él no supiera. "¡Si! dijeron todos al unísono" .

¿Pero qué le podrían preguntar que él no supiera?

Después de mucho pensar, uno de ellos dijo:
"¡Ya sé! vamos al bosque, buscamos un pajarito, lo ponemos entre nuestras manos, quitamos cualquier rastro para que no sepa de qué se trata, vamos ante él y le preguntamos: "Maestro ¿qué tengo entre mis manos? y lo más seguro es que no sepa"




"Un momento" dijo otro que estaba escuchando atentamente, "y que tal si sabe la respuesta" todos se dieron cuenta que podía suceder y decidieron irse nuevamente a pensar. Después de un rato uno de ellos dijo:
"Si nos dice...¡un pajarito! le decimos, que sí, pero...¿está vivo o está muerto?"

"Si nos dice...¡está vivo! le aplastamos la cabecita y lo dejamos caer y ahí nos burlamos de él."

"Si nos dice que está muerto, simplemente abrimos las manos y cuando vuele soltamos la risa."

"¡Manos a la obra!" dijeron todos y se fueron al bosque, buscaron al pajarito, lo pusieron entre sus manos, se quitaron el rastro y fueron ante el gran maestro.



El que llevaba el pajarito le dijo: "Maestro ¿te puedo hacer una pregunta?

El maestro le contestó: "claro que sí"

"¿Qué tengo entre mis manos?
El maestro observó y con voz serena le dijo:

"Es obvio...un pájaro"
El muchacho sintió que le temblaban las piernas, tomó aire y le dijo: "¡Sí! pero ¿está vivo o está muerto?"

El gran maestro permaneció en silencio durante unos instantes. 

Se agachó hasta quedar a la misma altura del muchacho y le dijo: 

"La vida que sostienes está en tus manos".



Si pasas por el mundo buscando el amor con la mirada, no lo verás. El amor se ve con el corazón.


¿Estás con la pareja adecuada?
Durante un seminario, una mujer preguntó: 
"¿Cómo puedo saber si estoy con la persona adecuada?"
El autor entonces se dio cuenta de que había un hombre corpulento sentado a su lado por lo que dijo: "Depende. 
¿Es tu pareja?" 
Con toda seriedad, ella respondió "¿Cómo lo sabes?" 
Voy a responder a esta pregunta porque las posibilidades son buenas de que está pasando en su mente, respondió el autor.



Aquí está la respuesta.
Cada relación tiene un ciclo. 
Al principio, caes perdidamente enamorada. 
Te anticipas a sus llamadas, quieren estar en contacto, y se gustan sus costumbres. 
Enamorarse no fue difícil. 
De hecho, fué una experiencia completamente natural y espontánea. 
No tuviste que hacer nada. 
Es por eso que se llama "perdidamente enamorados".
Enamorarse es una experiencia pasiva y espontánea. 
Pero después de unos meses o años de estar juntos, la euforia del amor se desvanece. 
Es un ciclo natural de todas las relaciones.
Poco a poco, las llamadas telefónicas se convierten en una molestia (si es que las hay), el contacto no es siempre bienvenido (si es que lo hay), y las costumbres de su cónyuge, en vez de sentir lindo, te vuelven loc@. 


Los síntomas de esta etapa varía con cada relación, usted notará una gran diferencia entre la etapa inicial cuando estaban enamorados y una fase mucho más aburrida o con actitudes de enojo incluso.
En este punto, usted y/o su pareja pueden estarse preguntando, "¿Estoy con la persona correcta?" 
Y al reflexionar sobre la euforia del amor que una vez tuvieron, pudieran empezar a desear esta experiencia con alguien más. 
Aquí es cuando las relaciones truenan.
La clave para tener éxito en una relación no es encontrar a la persona adecuada, sino aprender a amar a la persona encontrada.
La gente culpa a su pareja por su infelicidad y busca fuera lo que le hace falta. 
Las atenciones extra maritales vienen en todas las formas y tamaños.
La infidelidad es lo más común. 
Pero a veces la gente se envuelve en el trabajo, en un pasatiempo, en una amistad, televisión en exceso, o sustancias de abuso. 
Pero la respuesta a este dilema no está fuera de su relación. 
Se encuentra dentro de él.



No estoy diciendo que no se podría enamorar de alguien más. 
Si podrías y temporalmente se sentiría mejor. 
Pero estaríamos en la misma situación unos años más tarde.
Debido a que (escucha con atención a esto):
La clave para tener éxito en la relación no es encontrar a la persona adecuada, sino aprender a amar a la persona que se encontró.
MANTENER el amor no es una experiencia pasiva o espontánea. 
Usted tiene que trabajar en ello día tras día. 
Se necesita tiempo, esfuerzo y energía. 
Y lo más importante, exige SABIDURÍA. 


Usted tiene que saber qué hacer para que funcione. 
No nos equivoquemos al respecto.
El amor no es un misterio. 
Hay cosas que usted puede hacer (con o sin su pareja), así como hay leyes físicas del universo (como la gravedad), también hay leyes para las relaciones. 
Si usted sabe cómo aplicar estas leyes, los resultados son predecibles.
El amor es por lo tanto una "decisión". 
No es sólo un sentimiento.
Recuerda esto siempre: 
Dios determina quién entra en tu vida. 
Depende de ti quien quieres que camine a tu lado, a quien permites que se quede, y a quien quieres dejar ir!